Hoy hace 4 años del mayor atentado que vivió nuestro país, mi ciudad de toda la vida: Madrid.
Ese día murieron cientos de inocentes, de currantes anónimos que murieron en la trampa que unos perros rabiosos y cobardes colocaron en los trenes de cercanías. Espero que su dios y su demonio les confunda a todos.
En esas situaciones límite es donde sale lo mejor y lo peor del ser humano y me quedo con lo primero, la generosidad y solidaridad de los madrileños arrimando el hombro para intentar ayudar al prójimo y salir del caos.
Los españoles no nos merecemos esta condena del terrorismo. Ya está bien. Nunca más.
>VBP
11/3/08
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