14/7/08

La cara B de los Smartphones

Al hilo de un artículo de S. McCoy que aparece hoy en ElConfidencial y del lanzamiento en España del maná Iphone 3G, retomo uno de mis temas recurrentes - por otra parte lógico cuando llevo 103 post y escribo sobre lo que me da la real gana-, a saber, la adicción al teléfono móvil y al demoniaco pack ofrecido por los smartphones: voz, SMS, mails.
El artículo de McCoy se titula: Si su empresa le da una Blackberry o un iPhone, demándela. Dice cosas tan interesantes como: "El alargamiento no remunerado de la jornada que tales instrumentos provoca, se encuentra en la génesis de lo que puede ser un auténtico aluvión de demandas en aquel país. “Vale, estoy conectado las 24 horas del día, los 7 días de la semana. Ok. Páguemelo”
Sigue con: El empleado medio norteamericano dedica 50 minutos diarios, fuera del horario de oficina, a contestar mensajes a través del acceso remoto al correo electrónico que estos instrumentos permite.
Y concluye: ¿Son estos cachivaches fuente no sólo de un potencial conflicto laboral, sino causa también de desequilibrios y disputas en el ámbito familiar? Y de ser así, la pregunta es obligada, ¿merece realmente la pena? Los trabajos pasan y las personas quedan.
Estos aparatos demoniacos tienen como el dios Jano una doble cara, son prácticos, cool, aspiracionales, bellos, adictivos, integradores... pero también una forma de esclavitud sutil, la excusa perfecta en momentos de agobio, cordones umbilicales ubicuos con la empresa, interruptores maleducados de momentos de ocio, rompefamilias, sombras perpetuas. Ni soy apocalíptico ni soy integrado, quizás los dos, pero amiguitos, ¿en qué nos hemos convertido?.
>VBP

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