
La serie tenía más fondo del que parece y reflejaba los anhelos de cualquier currito de a pie. ¿Quien no ha pensado alguna vez en poder repartir ostias como panes bajo una apriencia de supuesto panochas?. Lo típico, vas en el metro y el típico gamba te tira la gorra del viejo Paquirri al suelo. Lo normal es que achantes el mirlo, pero claro, si puedes convertirte en Hulk el gamba se lleva las tres cerezas y llega calentito a tomar las lentejas de la mama. La serie no tenía más contenido que ese: un científico que en una noche de tormenta se la va la mano con el quimicefa y tras el sempiterno trueno se convierte en el repartidos oficial de ostias del estado. A partir de ahí vaga como el perrito Pipín con su maletita, sin meterse con nadie, con una cara de pobre hombre que mata. La gracia de la serie estaba siempre en ver en qué momento, cómo y quién despertaba a la bestia. Despolle general cuando el tío Bill miraba a la cámara con las lentillas de orco y empezaba el stripteasse. Dejo en el aire las siguientes cuestiones: ¿cómo pagaba la ropa el tío Bill calculando que rompiua camisa y pantaca por día?, ¿que marca de talco se ponía en el pelo Hulk?, ¿por qué no rompía nunca los pantacas?, ¿acabó Lou Ferrigno la ESO?. Pues eso........
>VBP
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