4/9/08

Un chico normal llamado Rafa

De acuerdo con los tiempos en que vivimos lo más “normal” sería que un chaval número 1 del tenis, famoso mundialmente y millonario nos tuviera acostumbrados a vomitivas imágenes de divismo, derroche y salidas de tono combinadas con unas dosis de exceso garrulo y egocentrismo tras unas gafas de sol panorámicas o una ventanilla del Maseratti eternamente cerrada a los fans. Lo suyo sería que firmara autógrafos a desgana y mascando chicle, que tuviera eterna cara de cabreado, que representara a su país pero tributara en Andorra o Luxemburgo, que cuando pierde le echara la culpa a otros y que estuviera siempre a la greña con sus rivales. Algo normal también sería que fuera enormemente ingrato con los patrocinadores que desde que era un niño aflojaron la mosca para que pudiera crecer como deportista. Tampoco sería extraño que no tuviera ninguna educación, ética o supiera mínimamente lo que es la lealtad o la gratitud con aquellos que te sacaron del olvido o del frío ostracismo. Por suerte no hablamos ni de Fernando Alonso ni de ningún brasileño blanco o culé, hablamos de Rafa Nadal. Este chico, que por méritos propios sí podría permitirse y le consentiríamos que fuera un gilipollas, ha decidido que no, que él come en la villa olímpica el mismo rancho que todos. También tributa en España porque entiende que hay que estar a las duras y a las maduras y que no cuadra aquello de emocionarse en el podio y cuando firmas el contrato con muchos ceros y luego, de repente, ser ciudadano de las Caimán. Por lo que se comenta y se lee, el origen del fenómeno está en las dosis de sentido común, disciplina y respeto que le ha inculcado su familia-clan de Manacor, que no ha consentido nunca que se vuelva un divo, que no dejó que abandonara la isla con 13 años para entrenar en Barcelona. También influirá el tener un tío-entrenador con el que practica tanto el drive listado como el difícil ejercicio de tener los pies en la tierra. Tomen nota los miles de padres que cada fin de semana gritan a sus hijos porque no consiguen los objetivos deportivos que ellos tampoco lograron. La proyección de frustraciones más la competitividad es un coctel más peligroso que una piraña en un bidé. En unos tiempos de rivalidades deportivas chabacanas, de divos sin logro real alguno, de proliferación como setas de Parises Hilton de arrabal, se agradece que los Rafa, Gasol, Ricky y muy poquitos más sean lo que tienen que ser: chavales que con un talento único y mucho trabajo, renuncia y disciplina disfrutan de su deporte, ganan su pasta, no se meten con nadie, agradecen el apoyo sincero de la gente y recelan del político nacionalista de turno que les utiliza como medio de promoción de su tribu o aldea. Como decía el tío Adolfo” hay que elevar a la categoría política de normal, lo que a nivel de calle es simplemente normal”.
>VBP

1 comentario:

Anónimo dijo...

La verdad es que el mutante (viendo la diferencia de brazos algo raro tiene que tener) se lo merece todo, por todo lo comentas y porque es un crack... menos el Príncipe de Asturias. Nadal se lo merecerá dentro de unos años, ya que creo que estos premios deben premiar una carrera, más que una año, y el genio sólo tiene 22 años. Mucho le queda por decir y seguro que alegrías nos dará... y quien empieza así, majo, difícil que acabe siendo Guti.

Lo que me da viendo los últimos premiados es que el Principe de Asturias tira más por lo mediático que por otra cosa: primero Alonso, también muy joven y con cosas por decir y hacer (si le dan coche) y ahora Nadal; vamos, los personajes de moda.

Yo este año se lo hubiera dado a Isinbayeba (perdonad si lo escribo mal) lleva años superando records del mundo, yendo donde ninguna mujer ha ido, y parece que también es maja la tía. Ahora, no es tan mediática.