10/9/08

Sofá celulítico

Hay algunas acciones de marketing que son para quitarse la boina, hacer la ola, abrirse una botella de Marqués de Riscal y brindar por la madre que parió al creativo.
El eterno /problema – solución/, /antes de y ahora/ queda aquí resuelto magistralmente a través de un sofá Nivea que vende lo que tiene que vender de forma clara, oportuna, relevante, memorable y todas esas palabrejas que inundan los manuales y presentaciones pero que muchas veces se queda en una bella intención maquillada en Flash. Un sofá del color corporativo muestra con crudeza sus dos plazas, que son una invitación a dos mundos antagónicos:
¿ sillón-ball o spinning?, ¿foca monje o bella urí? ¿tonelada Jim o pibón terso?, ¿trago para olvidar o paso más hambre que el perro un titiritero?, ¿otro bocata chorizo o tal vez la galletita de arroz?. Decisiones trascendentales. Uno no sabe las consecuencias de finiquitar el fuet y la Mahou noche tras noche hasta que el jodido espejo refleja lo que hay.
El sofá pasa de ser una inocente e inadvertida pieza de mobiliario a cruel reportero que muestra y demuestra para tu escarnio lo que te espera si no corres rauda/o a comprar ese bálsamo para el ego, esa manteca para el muslamen a 2.000 €/kg.
>VBP

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